En enero salí por primera vez en lo que pareció una eternidad de la ciudad de Buenos Aires, para pasar unos días en un hotel alejado sobre el lago Mascardi, cerca de Bariloche. Un sueño. Para dibujar solamente me llevé una libreta moleskine y algunos pigment liners o microfibras negras, porque me lanzo al minimalismo siempre que veo la oportunidad. Cuando llegué y ví los colores de la patagonia en verano nunca me arrepentí tanto de no haber viajado con un camión de acuarelas, témperas, lápices y marcadores.
Estuve dibujando lagos, montañas, y un árbol por día.